Y lo del yoga
A veces, a mi cabecita (que no para nunca quieta) se le ocurren las ideas más disparatadas, los retos más absurdos o las profesiones más rocambolescas a las que me podría dedicar. Emprendo esas ideas con una ilusión sin medida y a los dos días esa ilusión se esfuma tal y como había venido. Consecuencia: A mi edad colecciono un cementerio de ideas e ilusiones rotas que ya lo querrían muchos. No me preguntes por qué lo hago, a mí también me encantaría saberlo.
Sin embargo hay algo que con mucho trabajo ha aflorado en mí desde hace meses: Doña Constancia.
(Dramatización)
-Yo: Hola señora Constancia ¿Cómo está usted? Me alegro de conocerla.
– La Constans: Es un placer. Aunque ya nos conocíamos. Yo la saludo siempre pero usted pasa de largo.
– Yo: Bueno, es que nunca llevaba las gafas puestas y no podía reconocerla pero ahora que ya veo podemos ser amigas para siempre.
– La Constans: Serénese mija. Conmigo las cosas poco a poco.
(Fin de dramatización (nunca))
Gracias a la Constans conseguí rutinas y hábitos. Gracias a la Constans llevo meses haciendo ejercicio por mi cuenta y me estoy poniendo más fuerte que el vinagre. Y gracias a la Constans conseguiré lo que quiera, lo dice Mr. Wonderful.