Odisea en el espacio
– Disculpa la tardanza. Es que tengo un paciente con el síndrome de Estocolmo y no había manera de que se fuese a su casa. Decía que en su casa había demasiado espacio y que no lo podía soportar. Han tenido que venir los bomberos…un cuadro vaya, no quiero aburrirte.
– Tranquila, lo entiendo.
– ¿Cómo estás?
– Bien.
– …
– …
– ¿Cómo estás de verdad?
– De verdad que bien.
– ¿Y eso?
– Pues no sé. Será que hoy es un día de los buenos.
– Genial, así podremos trabajar mejor.
– Sí.
– Te he traído esto.
– ¿Qué son?
– Me dijiste que soñabas mucho y que a veces confundías sueño con realidad, así que aquí tienes dos cuadernos, uno para lo que sueñas y otro para cuando estás despierta. El de soñar lo tendrás siempre en tu mesita y escribirás lo que has soñado nada más te despiertes. Tú siempre te acuerdas de lo que sueñas así que es toda una ventaja.
– Son bonitos.
– Gracias. Pero no cambies de tema.